Con eso de que acaba de pasar el tianguis en Puebla, les contaré mi experiencia cuando participé en la creación y elaboración del Stand para Puebla del 2010 cuando todavía se realizaba en Acapulco.
Creo que lo más memorable fue que coincidió con uno de los hitos históricos de nuestros país, perdón dije hitos, quise decir mitos históricos de nuestro país, la epidemia de Influenza A H1N1 (si era así, mejor le pregunta a la Prof. Elba Esther). Fue impresionante la paranoia colectiva que se generó tan solo en días, aun cuando estábamos en la playa, y hacía un calor infernal, veías a gente con sudaderas y cubrebocas, era impresionante, te bombardeaban en noticias, periódicos y en general en cualquier medio de difusión, en fin, lástima por los extranjeros que vinieron porque seguro pasaron un muy mal rato.
Ya el año anterior, habíamos participado en la elaboración del Stand, cuando trabajábamos con RS Arquitectura, y Cortes-Herrera Arquitectos, pero si he de ser honesto el único trabajo que realicé fue el de llegar a Acapulco escoger un buen lugar en la playa y disfrutar con unas cervezas heladas escuchando el mar. Ese año 2010 fue diferente, desde el diseño hasta la logística, pasando por las interminables revisiones y caprichos de la burocracia, la mordida obligada al llegar al puerto, y las noches interminables en vela con los tiempos encima.
Aparte llevábamos con nosotros una colección de talavera, que definitivamente no se de quien fue la idea, de 42 escudos pintados a mano en talavera de la reina, más jarrones, maceteros, platos, en fin, parecía que lo que íbamos a hacer era vender esos productos por allá. Lo único que quiero que entiendan, era que se supone teníamos 3 días con sus noches para armar todo el stand, con sus pruebas y problemas, como para tener que cuidad aparte la vajilla. Todo se desarrollaba como lo previsto, dejamos al último la colocación de los escudos, siendo la tarea más delicada. La última noche, se les ablandó el corazón a los organizadores y nos dejaron trabajar toda la noche, porque aunque estaba previsto y dicho que se iban a poder trabajar las anteriores, pues bueno, al final y como siempre, todo depende de un burócrata que ni se dedica a eso pero ah como toman decisiones en contra de la gente que trabaja. En fin, comenzamos a colocar los 42 escudos, uno por uno con el mayor cuidado posible, en Puebla, habíamos ideado que lo mejor para no dañar la colección era apoyarlos sobre una calza de madera y asegurarlos con un punto de silicón, mismo que habíamos hecho la prueba que se podía despegar sin problema y sin dañar el objeto, bueno, cabe mencionar que la colección nos la entregaron un día antes en la tarde, casi casi se fue directo de la fábrica a Acapulco, bueno, pues no pudimos ver que ni uno solo de los escudos estaba derecho, por lo que nuestra famosa calza no sirvió para absolutamente nada, y tuvimos que improvisar con el silicón, para no hacer esto largo de contar, el último de los escudos, el de la guerra de Reforma, nunca se me va a olvidar, se colocó y comenzamos a recoger todo, para ese entonces algún chilango ratero del stand de junto ya me había robado mi radio. Ya nos disponíamos a salir, alrededor de las 4am, cuando pasó lo peor que nos pudimos imaginar, los organizadores decidieron que no eramos dignos de tener aire acondicionado y con casi 40 ºC adentro, el silicón pues comenzó a derretirse y pues bueno para que les cuento que afortunadamente el último escudo se cayó, estábamos blancos, me imaginé miles de pesos hechos astillas en el piso, afortunadamente no pasó de una esquina rota y un escudo escondido.
Hasta el día 2 cuando finalmente pudimos poner pie en la alberca del hotel, que nos duró 5 minutos porque ya teníamos 20 llamadas del Subsecretario (agggrrr que persona más inepta y complicada), alertándonos y obligándonos a ir porque “la instalación eléctrica estaba expuesta y que estabamos atentando contra la salud de los visitantes…”, no tengo que mencionarles que salimos corriendo, la seguridad estaba al máximo, y por ende, sólo podíamos entrar Hector y yo que eramos los unicos que contábamos con gafete, y pues en el supuesto de que fuera un problema mayor con la instalación de 18 pantallas, infinitos focos, entre otras muchas instalaciones, de poca ayuda iba a ser, en fin. Decidimos que el que entraría era mi compañero junto con el electricista con mi gafete, mientras yo corría alrededor de todo el centro de convenciones viendo si podía romper el cerco policial que existía y podía meterme por algún acceso, esto lo digo como si de verdad hubiera costado mucho trabajo, en realidad unicamente fue ver directamente a la autoridad, saludar con el respectivo “como le va jefe, que tal va el día…” escuchar 5 minutos de quejas de lo mucho que sufren por el infame sueldo que les pagan y entrar. Me dirigí corriendo al stand, a buscar el problema, me tope con un muy mal encarado subsecretario, que me hizo una mueca como de querer agredirme, y esperé lo peor, sin embargo llegué y para mi sorpresa ¡era un cable!, nos había hecho hacer peripecias porque un cable, si leyó usted bien, un cable se asomaba por debajo de una de las molduras, y no fuera a ser que alguien tropezara. Le daré un poco de razón a esta persona, en que pues si era un tema que se debía atender, pero definitivamente no era de urgencia, y el hielo de mi cuba se derritió, quien iba a pagar por eso, quien.
“El mejor antro del mundo…”
Otra gran anecdota de ese viaje fue que conocí, lo que a opinión del arquitecto Cortés, era “el mejor antro del mundo…” el famosísimo Baby’O al día de hoy no estoy seguro de poder afirmar lo mismo, lo que me queda claro, es que ese si es un hito de aquella ciudad y que uno debe visitarlo, es impresionante la fiesta que uno puede vivir ahí, la música, la logística con los meseros y el personal de seguridad, eso si caro hasta decir basta, pero creo que es de esos placeres que un mundano debe disfrutar de vez en cuando.
Para el día de la clausura había amenazado el presidente de la república, Don Felipe Calderón, que iría al cierre del evento, ya que por razones de seguridad, y salud sobretodo, no había podido llegar, ahí si la seguridad estuvo a tope, por donde volteabas había personal del ejercito, y esos si ni para voltearlos a ver, dirían los españoles con “tan mala leche” que ni para acercarte a ellos, tengo la teoría de que todo radica en las botas, quizás si les pusieran unos tenis o algún calzado más cómodo todo sería diferente. En fin, llegamos, fue el único día que pudimos turistear en el tianguis, visitar el stand de Corona ver a las edecanes, que eso sí, méndigas viejas estaban guapísimas lo que le sigue, y la cerveza era gratis, así que era un rotundo exito. Y por aquí salió el último visitante, desmantelar todo lo que había servido por 4 días para hacer negocios entre los extranjeros y los poblanos.
El Stand había sido un éxito rotundo.
Por si tienen curiosidad y quieren ver cual Stand les gusta más si el de este año o en el que yo participé aquí les dejo los links