Anecdotario del Arquikecto (parte 2)

“El de las ideas rectoras.”

Recuerdo como si fuera ayer, aquella clase donde nos decían que un buen arquitecto debía tener su poética, entendiéndose esto como una serie de rasgos que identificaban su obra, un GRAN arquitecto, debía dejar su huella en cada proyecto, cada lugar debía de hablar su lenguaje dejando en el su escencia, palabras más palabras menos, y para esto, hasta donde yo entendía gran parte de este trabajo excepcional del creador, era encontrar en la naturaleza o en algo, la inspiración necesaria para hacer representativa su obra, la idea rectora.

Bueno, corría el año de 2009 y en aquel entonces trabajaba en uno de los despachos más reconocidos de Puebla, bueno “reconocidos” quizás sea un calificativo que no merezca, pero digamos que tenía mucho trabajo, y proyectos importantes, por no lastimar en lo sucesivo susceptibilidades, evitaré decir nombres y lugares.

En fin, según recuerdo el despacho funcionaba así, un jefe de proyectos, que eventualmente nos indicaba a los 3 que formábamos parte del área de proyectos, que hacía cada quien, eventualmente estaba dividido en fraccionamientos, proyectos de gran tamaño, como hoteles, laboratorios, edificios, y residencias entre otros. Generalmente, dependía del libro que en aquel entonces adquiriera nuestro jefe de taller en Gandhi, el tipo de arquitectura que desarrollaríamos, por lo menos en imagen, me acuerdo que para ese entonces tocaba un poco de arquitectura holandesa, después ya estaban las áreas de contabilidad y los otros arquitectos que desarrollaban los proyectos que producía nuestra área, y bueno el patrón absoluto. Eramos felices, y funcionaba bien, estaba en esa epoca de esclavitud laboral en que trabajaba en promedio 16 horas diarias por un sueldo infame, pero estaba contento de que pudiera participar y decidir sobre proyectos que en adelante formarían parte del panorama de mi ciudad.

Pero llegó la manzana de la discordia, con altas credenciales y recién despachada de una universidad de renombre en la ciudad, una grande y fresa, se supone que por mucho tiempo estuvo a cargo de la licenciatura o algo así nos platicaban, y de inmediato nos la impusieron a tal punto que hasta el eterno jefe de taller temía que le redujeran su participación en el despacho. Y llegó el día de la junta de los lunes, siempre lo mismo, bomberazos con proyectos nuevos que según el patrón juraba que no cobraba, y que nos ponían a correr de un día a otro sacando un render de proyectos de más de 1000 m2, pero para nuestra sorpresa ese lunes en particular iba a haber otra dinámica, comenzó como siempre con una serie de palabras motivacionales, de que somos un gran equipo, etc. y luego nos platicó del nuevo gran proyecto que había entrado al despacho, no un hotel, sino 2 hoteles en el mismo edificio, en una zona de recién crecimiento en la ciudad y la más importante, ubicado en una plaza de reciente creación y donde mucha gente iba a hacer ejercicio, o bueno más bien iban a que las vieran pararse en un aparato de ejercicio (así es Puebla). En fin, cuando ya estábamos esperando la misma cantaleta de palabras como “urge”, “para mañana”, “dile a…” y ” a ver que se te ocurre”, que inmediatamente ponía a trabajar la maquinaria que como elfos trabajábamos de noche para que a primera hora de la mañana, pasaba el patrón, le explicábamos en menos de 10 min. las tertulias de 3 horas sobre el que y el como nos imaginábamos el proyecto, lo enrollaba y se iba.

Bueno, esta vez fue diferente, se dirigió a la nueva adquisición, le comentó los alcances del proyecto y sobre todo los caprichos del dueño, a final de cuentas era una carta abierta para nos sorprendiera a todos con una propuesta y casi casi nos relegaba al área de proyectos a trabajar para ella; mentiría si les dijera que no estábamos curiosos del futuro resultado, no concebía que en algo tan grande y tan representativo para el despacho, se lo soltaran a esta persona, y sobretodo estaba intrigado de tener tan cerca, quizás a una Zaha Hadid en su version mexicana y no tan fea. Bueno, dentro de las situaciones que me fueron de inmediato causando extrañeza, fue el primer comentario “… para cuando es…?” a lo que el patrón respondió que para cuando podía tenerlo, los ojos casi se nos salen de las cuencas, era tan fácil haber hecho esa pregunta y ahorrarnos tantas noches de desvelo, el patrón solo le pidió que fuera lo antes posible, y que tratara de que fuera una buena presentación. Esperamos casi 2 semanas de un trabajo casi secreto, encerrada en el cubículo del jefe de taller, situación por de más sui generis, entre miles de hojas de bocetos hechos con esas herramientas caras que solo los arquitectos de renombre poseen como portaminas de mas de 5mm y papel mantequilla, en fin, ya saben esas cosas que impactan pero que no te explican nada.

Y llego el día de la presentación del proyecto, en una junta de lunes, 2 semanas después de la indicación, por primera vez veíamos un rotafolio que ni siquiera sabíamos que existía en la oficina, y varias laminas con papel bond que las cubría para hacer más interesante el contenido. Ya era demasiada la expectativa, y entonces comenzó a explicar su “idea rectora”, pues como este hotel se encontraría en una plaza con el nombre de una palmera, pues era necesario que este y toda su concepción llevara implícita en su forma, una palmera, fueron 30 minutos del monologo más ridículo que jamás haya escuchado, una tras otra escuchábamos la palabra PALMERA, ya se imaginaran que, dejando de lado que las plantas arquitectónicas eran un tipo hexagono con habitaciones con vista exterior y un gran vacío al centro de 13 niveles (1), creo que si algo he aprendido de esta carrera es que formas caprichosas, requieren espacios caprichosos, y no siempre el resultado es bueno; no todos somos Zaha. Cuando parecía imposible que pudiera ser más ridícula su presentación y su proyecto, llegamos a los niveles superiores donde como se podrán imaginar el sky bar tenía unas extrañas pérgolas en forma de hoja de palmera y bueno, pues los Penthouses creo que ya adivinaron que forma tenían, si mis estimados amigos, cocos, leyó usted muy bien, 6 cocos que volaban debajo de unas pergolas en forma de rama de palmera.

“…creo que si algo he aprendido de esta carrera es que formas caprichosas, requieren espacios caprichosos, y no siempre el resultado es bueno; no todos somos Zaha.”

Impávido de lo que estaba presenciado, el patrón sólo le limitó a decir que estaba… interesante la propuesta pero que debíamos buscar una opción B, porque el cliente era un tanto “especial”, y vaya que era especial, no creo que construyas un edificio de 2 hoteles con más de 13 niveles en una de las zonas más caras de Puebla, bueno con ellos quien sabe; y entre miradas de complicidad de mis otros 2 colegas y el jefe de taller, que tendríamos comidilla para un buen rato, salimos de ahí y como era de esperarse escuché un “…quike, crees poder tener algo para mañana?.” y pues de las 7 de la noche a 7:45 AM trabajamos como locos, pasó en la mañana el patrón, le expliqué el proyecto, le enseñé los planos, enrollo estos, tomó la lámina con el render y se fué a vender el proyecto, que para eso, era excelente.

Ya en alguna otra ocasión les contaré en un café como terminó la historia de esta arquitecta de las ideas rectoras.

  1. Sabían que por superstición, casi siempre eliminan de los planos y de todo, el nivel 13, y se saltan del 12 al 14 o ponen algún tipo de “comodity” en ese nivel para no nombrarlo 13.

 

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