Malhechores

Se acercan elecciones, como es costumbre en nuestro amado país, comienzan a aparecer espectaculares, publicidad y otros medios de información con obras públicas de un lado y del otro el supuesto político que se jacta de que, gracias a su gestión, sucedió en el municipio, junta auxiliar o estado dicha construcción. Se anuncia como un agente de cambio para el lugar, se da por entendido que era una necesidad y que los respectivos antecesores, no hicieron más que ignorar las peticiones de sus representados.

“Tiene la dicha de aparecer el primer día de la obra para la foto simbólica de inicio de obra, y el descaro de darla por inaugurada,…”

Tiene la dicha de aparecer el primer día de la obra para la foto simbólica de inicio de obra, y el descaro de darla por inaugurada, los amarillos de las guarniciones brillan, está limpia, sin polvo alguno, no existe un sólo papel o envoltura que opaque la pulcritud de la foto, los pavimentos parecen terciopelos, con un color uniforme, las líneas blancas que señalizan algo deslumbran y no existe pasto más verde en todo el municipio, tapas, luminarias, infraestructura como botes de basura y mobiliario urbano, del color que abandera dicho logro, a veces azul, a veces naranja. En medio de tal belleza, una carpa protege del infame sol que, celoso, comparte protagonismo en un día tan importante para la comunidad, sillas varias, perfectamente alineadas, y lugares distribuidos, todo mundo tiene un puesto, tanto para los invitados de honor, que previamente han sido ubicados según su importancia, y compadrazgo, una sección de fotógrafos y medios que darán fé de dicho evento, un poco más atrás la gente que asistirá sin saber realmente a que, pero con una bolsa de plástico entre sus manos donde amablemente les han regalado un “sangüich” una fruta magullada, algunos afortunados alcanzaron papas y casi todos con unas botellitas de agua con la etiqueta cubierta con la foto y nombre del que presidirá la inauguración, y uno que otro curioso, usuario final, que al ver tal alboroto se asoma a ver que sucede.

Se anuncia que la obra se realizó en tiempo y forma, que hubo algunos incrementos en el presupuesto pero todo es en beneficio de la comunidad, se habla en un lenguaje tan técnico y rebuscado que están perdiendo la dispersa atención de Doña Panfila, misma que dejó encargado el puesto de gorditas que tan amablemente su agrupación antorchista le permitió tener, después de invadir y plantarse durante un mes para despojar de la propiedad a algún incauto que decidió no pelear por lo que legalmente era suyo, la despierta un aplauso y un agradecimiento al gobernador y/o presidente, es complicado aplaudir con la bolsa en una mano y en la otra la bandera o elemento de marketing que tocó. Al parecer acaba el evento y todos se levantan para dirigirse a los “peceros” que tan amablemente los llevará de regreso a casi 1 hora de distancia. 

Al siguiente día se retira toda la faramalla, y comienza la vida útil del lugar, y ahí es cuando, como planta de sombra en pleno rayo de sol, comienza a deteriorarse a pasos agigantados, parece increíble pero esos colores que impactaban un día  anterior, hoy se ven opacos y tristes, no va a pasar demasiado, cuando en el primer aguacero, se vean los charcos que acusan un mal proyecto, se comienzan a despintar las líneas que señalan el paso de cebra, y el concreto de los firmes de las banquetas se cuartean y levantan como tostadas de pata. El pasto se seca, y da paso a un amarillo cenizo que la gente ubica en el campo de futbol llanero, tan llanero que hasta los trozos de cristal de caguama rota se ven y amenazan a los niños que ingenuos juegan con sus bicis. comienzan a hundirse las tapas de las coladeras y donde había antes una banca ahora está una maraña de herrería que no permite dormir con comodidad al teporocho que vió en esta, un excelente lugar para descansar. 

“…como si supiéramos que medio año le subimos a nivel “legendario” de dificultad a la manejada…”

Si se que suena bastante dramático, y sé que quizás habré robado alguna sonrisa, pero todos los que viven en este país saben que en todos lados es igual, que no importa si es el norte o el sur, en costa o sierra, partido azul, rojo, amarillo o del pantone de su elección, a final de cuentas estamos acostumbrados a ver ese deterioro como algo normal, estamos acostumbrados a vivir con baches como un “día a día” en temporada de lluvias, como si supiéramos que medio año le subimos a nivel “legendario” de dificultad a la manejada, que los talacheros hacen su “agosto”, lo que me lleva a pensar que quizás es una manera en que el gobierno beneficia a ese gremio, que las banquetas son simplemente un algo que divide los edificios del arroyo vehicular, y a quien le importa una ciudad donde la gente deba caminar, a final de cuentas el coche, aparte de ser un tema aspiracional para cualquier persona, es lo que dictamina el como debemos de vivir la ciudad, vemos con naturalidad como las raíces de los árboles rompen las pocas circulaciones que tenemos y no nos damos cuenta que la planeación y el conocimiento de los que deciden cómo ser verán y servirán las cosas, es nula. 

“…no nos damos cuenta que la planeación y el conocimiento de los que deciden cómo ser verán y servirán las cosas, es nula. “

Los que han tenido la oportunidad de viajar y conocer otros lugares, sabrán que las ciudades se caminan, que la mejor manera de disfrutarlas es a pie, volteando a curiosear fachadas, disfrutando parques, y que si uno debe de ir más lejos, los medios de transporte colectivos son tu mejor opción. Llevo solo 3 cosas descritas y las 3 no funcionan, por lo menos en Puebla,  y al que me diga que no, quiero retarlo a que tome una carreola y si no tiene hijos tome a uno prestado y trate de llegar a cualquier lugar con 100m de distancia, es imposible, no quiero ni pensar en la gente con alguna discapacidad que se enfrenta día a día con una ciudad que conspira contra ellos; y mientras la gente que construye sigue viendo y pensando que diseñar los espacios y la infraestructura de una manera incluyente, no es solo una manera de molestarlos para que hagan a sus clientes gastar más dinero, las cosas nunca van a cambiar. 

Todo esta mal hecho, y estamos acostumbrados a tolerarlo, a disfrazarlo con algo o inventar algún pretexto para sopesarlo y convencer al cliente que está bien, y el cliente sabe que es normal, y da por hecho que será algo que tendrá que arreglarlo eventualmente, pasa con todo. Y no es “malinchismo”, no es que no sepamos hacer las cosas y si es que en otros lados se hacen mejor las cosas, y el problema es más grande que unos simples comentarios, que para cambiar las cosas, debemos ser más exigentes, dejarle de buscar la jiribilla a la situación, y dejar de buscar la manera de “crackear” al sistema, que mientras más especificaciones pongamos para realizar los trabajos, técnicamente tendremos un mayor cuidado al realizarlos, que para cada trabajo hay alguien con la experiencia o especializado en realizarlo, debemos dejar de fomentar los “todologos” que no hacen más que afectar la oportunidad de que alguien destaque en lo que verdaderamente sabe hacer, poco a poco desaparecen los gremios y los oficios, y estamos pasando a crear un monstruo llamado “maistro” que monopoliza los trabajos, muchas veces hasta el de los arquitectos. 

“Todo esta mal hecho, y estamos acostumbrados a tolerarlo,…”

Sueño con aquel utópico día que mis hijos caminen, sólo eso, que disfruten su ciudad, y que ésta, no sólo se vea bien en la foto del primer día de inaugurada.

 

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